A la vista hay un cactus, es un Niño cactus llamado Alberto.
En un principio, cuando este proyecto todavía estaba perdido en un horizonte de posibilidades y tan solo se vislumbraba un atisbo de dudas, le pedí al Niño cactus que relatará la historia de un árbol y una civilización, la aventura por aquel entonces acontecía en tierra firme.
Pero surgió un vendaval creativo, y la historia se traslado a una ínsula, y con tanto oleaje fui profundizando en un mar de dudas, y las palabras de Alberto naufragaron y se perdieron por el camino. Pero la esencia de su relato logró llegar hasta la ínsula y aposentarse en los sedimentos de la isla, nutriendo las raíces de los arboles que en ella habitan.
¡Y de la tierra surgió este pequeño cactus!
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